zeitgeist

lunes, 1 de junio de 2009

YO VOTO POR LA GUERRA


En el año 2002, 5.862.655 de colombianos eligieron como el presidente número 56 al ex gobernador y ex senador de la república, el señor Álvaro Uribe Vélez, ese número de colombianos que lo eligió, depositaron su confianza en él por un par de consignas, combatir la corrupción y acabar con la guerra que azota el país desde hace décadas.

Desde ese momento el país vivió la mayor ofensiva militar en contra de los grupos al margen de la ley (especialmente las guerrillas), el país veía que se podía combatir a esos grupos, que se podía acabar el flagelo del secuestro, se acabarían las masacres y por fin, podríamos vivir en un país sin conflicto interno.

Pero, por más esperanzadoras que hayan sido las promesas y las consignas del señor presidente, las realidades y hechos son otros, las verdades salen a la luz y empolvan su “éxito” como dirigente de un país que siempre ha sido complicado para gobernar.

¿Acabar La Guerra?

Al tomar como bandera de gobierno, una estrategia guerrerista y militarista, el gobierno dejó claro que en los cuatro años de mandato acabaría con las guerrillas, desmovilizaría a los grupos paramilitares, y Colombia viviría en paz. Los años fueron pasando y su promesa se empezó a desvanecer, los resultados no se hacían ver, las guerrillas seguían internadas en las selvas haciendo de las suyas, el proceso de desmovilización se convertía en un foso de impunidad y “olvido” para los victimarios, y de impotencia y dolor para las víctimas.

Pese a que el señor Uribe Vélez en muchas entrevistas dijo no querer una reelección, aseguró que para la democracia es bueno cambiar, la alternancia en el poder es un movimiento sano para la democracia de un país y que la idea de perpetuarse en el poder es sentido de dictadura, nadie dudo en que sus aspiraciones solo serian por el periodo 2002-2006. Pero la idea cambio, cuando terminando el año 2005 se dio cuenta que sus dos banderas de campaña, banderas que lo eligieron como presidente, no se habían cumplido, por el contrario, estaban peor que nunca: la corrupción en los entes del gobierno era (o es, todavía) gigantesca, seguían los desfalcos, los usos del poder público para pagar favores, para el beneficio de los negocios personales, para que sus amigos tuvieran más prosperidad, etc.

Y la bandera de acabar con la “guerra”, fue la peor de todas, el conflicto interno sigue siendo pan de cada día, no se ve situación de mejora, solo algunos golpes propinados a las estructuras guerrilleras muestran un leve triunfo, pero nada más, solo son unos leves golpes, pero de resto, la situación continúa empeorando, la situación de conflicto en el país sigue aumentando.

El principal fenómeno que desencadena un conflicto armado interno es, sin duda alguna, el desplazamiento forzado de campesinos a las grandes ciudades. Hemos visto como nuestras calles se llenan día a día de campesinos e indígenas, sentados en el asfalto, pidiendo por caridad, sufriendo y sintiendo la crueldad de un conflicto que a ellos no es incumbe, sufriendo por un problema ajeno, obligados a abandonar sus tierras, en las que han vivido, en las que se criaron y en las que pretendían morir, tierras que les fueron arrebatadas a la fuerza, o tierras de las que se vieron obligados a abandonar por proteger la vida de ellos y de sus familias.

Es alarmante ver las cifras de desplazamiento, es triste ver que, en vez de disminuir, siguen en un acenso alarmante, miremos algunas cifras para comprobar:

Entre 1995 y 2003 la cantidad de desplazados que tenía el país era de 1.148.696, dando como promedio 143.587 personas por año.

Entre los años 2000 y 2003 la cifra fue de 753.224, o sea que el promedio anual seguía en ascenso, ya eran más de 250.000 colombianos por año.

En el año 2008, el país logro una cifra absurda, un record triste y doloroso, en ese año la cifra ascendió a los 270.675 colombianos desplazados, 41% más que el año anterior, sumando algo más de 4 millones de desplazados, casi el 10% del total poblacional del país, y más de la población de países como Panamá, Uruguay, y casi la misma que Costa Rica.

Al ver esas cifras tan alarmantes sobre desplazamiento podemos inferir que el fenómeno sigue creciendo desmesuradamente, y que los esfuerzos para combatir este problema, que no es solo culpa de los grupos ilegales, sino que en gran medida del mismo ejército nacional, han sido muy pocos o nulos. Y sabemos que el desplazamiento conlleva otros problemas sociales enormes, como el desempleo, el subempleo, el analfabetismo, la inseguridad ciudadana, etc.

No podemos desconocer que todos los problemas que en este momento acosan al país son una cadena descontrolada que tuvo sus orígenes en una falta gubernamental por cumplir las necesidades básicas y cumplir su función de servir al pueblo (definición básica de democracia).

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Dados los problemas que persistían en el país, viendo que su promesa se diluía entre los contundentes hechos, el señor presidente de la república decidió hacer la propuesta de modificar la constitución, para permitir que un presidente pueda ser reelegido (hecho al que años atrás se había negado contundentemente), y su justificación para optar por la reelección fue que si Colombia no seguía con su programa de gobierno, ocurriría una “hecatombe”.

¿Hecatombe?

Apelando a los mismos recursos que llevaron a su gran amigo George W. Bush a ser reelegido, Uribe utilizo el recurso del miedo, del terror y de la tragedia.

El señor George Bush, tras los ataques del 9-11 (que en este momento se ha comprobado que no fueron producto de un grupo terrorista, sino que desde el mismo gobierno se planearon esos ataques) implantó un aparato de terror en todo el país, plantó el miedo en la población civil, poniéndolo a él como único salvador, dando como resultado y consecuencia la invasión ilegal a Iraq, de la cual todavía siguen plantados allá

El señor Uribe planteo su tesis de “hecatombe”, de que sin él Colombia se hundiría en una guerra sin fin y que los violentos tomarían control total del país, etc., etc. Como su homologo gringo, apelo a mantener al país en total desasosiego y temor, angustia y sufrimiento. Esa estrategia de terror lo llevo a ser reelegido, siendo el primer presidente en Colombia en ser reelegido.

Corría el año 2006 y 7.397.835 de colombianos depositaron de nuevo la confianza en el señor Uribe Vélez, brindándole una segunda oportunidad para que cumpliera con lo que no pudo hacer, pese a haber prometido que en 4 años acabaría con la guerra.

En este momento corre el año 2009, penúltimo año del segundo mandato del presidente Uribe, y las cosas siguen empeorando, la situación de conflicto sigue destrozando los campos y las ciudades, el desplazamiento sigue en creciente ascenso, grupos ilegales emergentes y mutaciones de los viejos grupos ilegales siguen haciendo de las suyas en las ciudades.

Esa hecatombe de la que él tanto predicaba, ese problema del que tanto hablo, del que juró acabar sigue en pie, sigue tan fuerte y tan difícil de exterminar que se hace triste ver como tantos colombianos depositaron en dos ocasiones sus esperanzas en este personaje, como creyeron que sus propuestas y su forma de gobierno guerrerista y militarista iban a acabar con la guerra, iba a terminar con este conflicto que se ha llevado a millones de colombianos.

¿Paz?

Esa palabra que tanto se ve, que tanto resuena en nuestras mentes y en nuestros anhelos, ese grito de millones de personas, ese sueño, esa utopía, ha sido otro factor determinante en todo este proceso y en este viaje triste de muerte y sufrimiento.

Si se les preguntan a los colombianos que es lo que quieren, responden Paz, como primera medida, todos queremos la paz.

Será que eso es lo único que necesitamos, será que ese es el problema mayor……

Que pasará en Colombia cuando tengamos paz y nos demos cuenta que ese problema que acabamos de solucionar era solo una pequeña parte de todos los problemas que tenemos.

Qué pasará cuando nos demos cuenta que por ponernos a votar por la guerra, por ponernos a elegir gobernantes guerreristas, le dimos alargue a una situación y a unos problemas que lleva casi un siglo.

Lo que pasará es que veremos las cosas con más claridad, sin esa pantalla nublada de la “guerra”, veremos que la cagamos al escoger lo que escogimos, nos daremos cuenta que el desempleo es descontrolado y asciende de manera descomunal, que la salud se sigue privatizando y monopolizando, que el analfabetismo asciende y los colegios se siguen muriendo por falta de inversión, que las Universidades públicas se quedan sin recursos para aumentar la población educativa, se quedan sin con que continuar con sus programas de ciencia e investigación, etc.

Todos creemos que la guerra es el único problema que tiene este país, y que el único anhelo de todos es la paz, pero no. Es solo un pequeño eslabón, un pequeño peldaño que todavía no hemos escalado.

Pero ya los errores que cometimos en el pasado toca afrontarlos, toca reconocer que se cometió un error al elegir y reelegir una política de guerra, que se voto por la guerra, fuimos como becerros a las urnas a seguir aumentando la pobreza, la miseria, el analfabetismo, la falta de salud, el desplazamiento, votamos por seguir siendo uno de los países con mayor inequidad del mundo, votamos por seguir siendo uno de los países que menos invierte en educación, votamos por seguir viendo colombianos caer en el conflicto, votamos por seguir viendo llenar las ciudades de desplazados, votamos por una dictadura mediática que cada día controla más los poderes públicos, votamos por la corrupción, elegimos lo que peor se merecía este país, un presidente empecinado en matar, en aumentar el poder militar, en acabar con sus enemigos a toda costa y a el precio que sea, elegimos a una máquina de matar.

Y para colmo de males, esa misma estrategia, ese mismo personaje pretende (aunque no lo quiera reconocer) lanzarse para una segunda reelección, impulsado por un puñado de senadores mafiosos y corruptos que piensan manosear otra vez la constitución, como en repetidas oportunidades ha hecho este gobierno. Quieren que Colombia se aleje día a día de la democracia, quieren que tengamos una Dictadura sin necesidad de un golpe militar, quieren seguir reeligiendo la guerra, la corrupción, la mentira, el dolor, el sufrimiento.

¿Sera que el próximo año, los mismo 7 millones de colombianos volverán a votar por la guerra?

YO CREO QUE SI.