zeitgeist

jueves, 4 de febrero de 2010

La Tacita de Caca

Medellín, la ciudad de la eterna primavera, la ciudad de las flores y conocida también con el apelativo de “La tacita de plata”, apelativo que se ganó por sus calles limpias y bonitas.

Ese apodo tan famoso parece estarse desmoronando ante nosotros, Medellín esta convertida en un real y físico basurero: basta con navegar entre los mares de gente en el centro de la ciudad para darse cuenta del basurero en el que andamos.



Algunos me dirán, ¿pero yo he visto sectores de la ciudad limpios, impecables, incólumes de basura?, efectivamente, pero Medellín no es solo la Aguacatala, el poblado, el parque lleras o la tan bien ponderada “Milla de Oro”, el corazón y la vida de Medellín son las comunas, los barrios: Robledo, Manrique, castilla, Buenos Aires, el parque de Berrío, el parque de Bolívar, etc.



Es tan triste y desagradable el pasar por todo el riel del metro, desde la estación Prado hasta la estación parque Berrío, porque todas las columnas del metro se han convertido en los orinales públicos de venteros callejeros, las prostitutas de la zona (que en la mayoría de los casos no superan los 18 años) o para cualquier transeúnte que quiso desfogar sus necesidades fisiológicas en plena calle.

Ver ríos de basura, oler esa horrorosa aroma de orines, ver materia fecal (humana) en las calles y lo peor, ver que los ciudadanos pasan en frente de ellas como si nada.

Nuestra cultura ciudadana se ha reducido a ser “guías turísticos improvisados” y dentro del metro, para cualquier otra cosa es nula, no atravesamos una calle por el puente peatonal o por la cebra (porque queda muy “lejos”), exponiendo su propia integridad, tampoco somos capaces de recoger una basura y llevarla al bote mas cercano.



Mucha gente cree que eso es asunto de las Empresas Varias, que como nosotros “pagamos” nuestros impuestos eso es responsabilidad del gobierno de la ciudad, pero NO. No toda la responsabilidad radica en las autoridades, nosotros encochinamos las calles de la ciudad (ciudad a la que supuestamente amamos) sin reparo alguno, y si algún buen ciudadano trata de reprender alguna mala conducta respetuosamente, es insultado o ignorado.



¿Será que el desarrollo ciudadano del que tanto hablan solo se limita a infraestructura física o propaganda internacional?

¿Será que Medellín se convertirá en otra Nueva York, pero no por ser un centro cultural mundial, sino por sus calles sucias infestadas de ratas?



Resolviendo la primera pregunta, diría que si, que nuestro desarrollo ciudadano se basa netamente en lo “macro”, como los escenarios para los Juegos Suramericanos, o los parques biblioteca, etc. Pero para cosas tan simples como no arrojar basuras al suelo, no orinar en sitios públicos, no convertir los arroyos y quebradas en dispensario de muebles sin uso y colchones viejos.



La cuestión de todo esto es simple y real cultura, cada persona debe ser capaz de entender que los asuntos de ciudad nos interesan a todos y todos somos parte de la solución (o del problema), y la solución no es complicada, solo hay que ponerle una pizca de empeño y amor, porque nosotros solo amamos a nuestra ciudad de la misma manera que a nuestros familiares, solo cuando nos los insultan, pero de resto hacemos como si nada.

Cada colilla de cigarrillos arrojada al suelo, cada vez que alguien orina en un espacio publico, cada vez que dejan deshechos de construcción en un andén, en cada oportunidad que preferimos lanzar cachivaches viejos a las cuencas del rió o a las quebradas estamos violentando con nuestra ciudad, estamos contribuyendo a que se aumenten los problemas de higiene, salud, estamos enseñándole a nuestros pequeños que esa conducta no es mala y por ende ellos crecerán para hacer lo mismo que los “grandes” solían hacer.



Esperemos a ver que pasará, si en realidad somos la ciudad de la “cultura ciudadana” o seguiremos así, sólo comportándonos bien dentro de los vagones del metro y en otras ocasiones como si nada.

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